Hoy recogemos testimonios de mujeres de la Sala de Armas Carranza. Su experiencia, lo que les aporta la práctica, lo que le dirían a una chica que no conoce esto y duda si apuntarse, lo que compartirían con otra mujer o con todos nosotros…
Cada una ha elegido qué contarnos y quien así lo ha preferido, nos ilustra con una imagen que también ha seleccionado.
__________________________________________________________________________
Llegué a la Sala Carranza y a la Esgrima Histórica, por casualidad, y ha sido una serendipia.
En ningún momento pensé en el hecho de que yo fuera mujer o no, simplemente quería practicar la disciplina y me apunté.
Desde que me inicié en la Esgrima Histórica no he tenido ningún tipo de inconveniente por ser mujer, no puedo decir lo mismo del hecho de ser zurda (jajajaja) solo los que practican la verdadera destreza, comprenden lo que eso significa.
Y aún así, hasta en eso he tenido suerte, pues la Sala Carranza es una de las salas que cuenta con más participación de zurdos; y siendo zurda y mujer yo me sigo sintiendo en casa, pues no existe distinción alguna por género.
Gracias a la profesionalidad y calidad humana de los instructores de la sala mi experiencia desde el primer día en las clases de iniciación con “Rubio” Ignacio Sánchez y luego en las clases con Juan Carlos ha sido maravillosa; aunque alguna vez me han apuñalado a traición. ( Jajaja)
Sin embargo, hoy como mujer de la Sala Carranza, me piden exponer mis palabras y experiencias con motivo del Día de la Mujer, en conmemoración a todas esas mujeres de la historia que se han abierto camino con sus palabras, ingenio y con sus espadas.
Yo, practico la Espada Ropera y Daga y se me hace complicado y apasionante a la vez. Y aunque la sensación es como volver a la infancia, cuando jugabas a los caballeros, es necesaria mucha concentración, y disciplina. Debiendo encarar las clases y los asaltos con elegancia y prudencia, sabiendo que esgrimes un arma real y, por ende, debes manejarla con la mayor empatía y respeto hacia tus compañeros.
Es realmente una alegría trasladarse por un momento a otras épocas, y es allí donde el hecho de ser mujer debe tomarse en consideración, recordando que en esas épocas a las que nos remitimos en esta disciplina, las mujeres, sí debieron enfrentarse a conflictos sociales por ganarse el derecho de esgrimir una espada y romper los tabúes que hacían que ese suceso fuese impensable.
A esas precursoras, honramos y agradecemos.
Hoy estamos en una época donde esos conflictos han quedado en la memoria histórica, y el hecho de ser mujer no representa ningún impedimento, al menos para los caballeros y maestros con los que en mi experiencia me he topado, en mi escaso primer año de esgrima.
Pero es cierto que no puedo descartar que hayan algunas personas que no solo no comprendan que una mujer practique la esgrima histórica, sino que no asimilen el hecho de que podemos llegar a ser igual de buenas que cualquier hombre; que la destreza no depende del género, sino de las horas de práctica y dedicación.
Recordando que esta realidad no es exclusiva de este escenario.
Si eres mujer y alguna vez has querido iniciarte en la esgrima o en cualquier otra disciplina y algún temor te ha frenado, sencillamente lánzate a por ello. Y si, al igual que yo, ni siquiera sabías que existían actualmente salas que imparten la esgrima histórica, respetando los tratados originales y con toda la destreza y belleza de ejecución y sientes curiosidad, prueba, tal vez te enamores de ella.
Vale, y si eres hombre y también tienes curiosidad, también puedes acercarte a la Sala Carranza, aunque a ustedes, ya los tenemos muy vistos.
Eso si, si eres hombre o mujer, pero eres zurdo o zurda, nuestra pequeña comunidad te espera.
Nora Aguirre , orgullosamente Mujer y Zurda.
__________________________________________________________________________
Mi nombre es Alba y llevo poco más de un año practicando espada larga. Cuando empecé para mi era complicado seguir las instrucciones porque nunca había practicado ni artes marciales ni baile, pero poco a poco he conseguido destreza y soltura en esto. Ahora me siento mucho más segura y me cuesta menos trabajo seguir las indicaciones. En este año he ganado confianza.
Es cierto que al principio me parecía complicado porque me sentía muy torpe, pero al poco tiempo empecé a notar que era más capaz y ahora disfruto muchísimo de las clases, tanto es así que llevo varios meses yendo a dos clases por semana e incluso estoy valorando el apuntarme a tres. Es una actividad que engancha.
En las clases me siento muy acogida tanto por los profesores como por los compañeros. Siempre hay alguien dispuesto a ayudar a los que estamos empezando. Me sigue impresionando cómo alumnos más veteranos ceden gran parte de su tiempo de clase para guiarnos y que mejoremos juntos. Aprovecho para agradecérselo, al igual que me gustaría agradecer la paciencia de los profesores, que no dudan en repetir las veces que haga falta los ejercicios. Las clases se pasan volando pero lo que no vuela es lo aprendido, cuando vuelves la semana siguiente algo ya se ha quedado.
Desafortunadamente no somos muchas las mujeres que practicamos esgrima histórica, no se muy bien a qué se debe, pero espero que esta tendencia cambie. Yo solo puedo contar mi experiencia y animar a que más mujeres lo prueben, seguro que les sorprenderá tanto como a mi.
Me gusta el reto que supone y como me hace conectar con mi cuerpo. Te hace fijarte en pequeños matices: cómo colocas la muñeca, hasta dónde va a llegar la punta de tu espada, cómo de fuerte vas a golpear, no olvidar defender antes de atacar… todo esto a mi me hace estar presente y desconectar del resto de movidas que todos tenemos.
Actualmente practico otros deportes y he visto cómo el ego puede enturbiar el ambiente generando una competitividad tóxica que solo entorpece. En Carranza no he percibido esto, hay mucho respeto y colaboración que ayudan a generar una buena atmósfera.
Para terminar me gustaría decir que para mi son una referencia el resto de compañeras de la sala, aprendo mucho de ellas. Ojalá pronto seamos más.
Alba.
__________________________________________________________________________
Me llamo Eva y llevo 11 años practicando esgrima antigua.
Cuando conocí esta actividad allá por 2012 me interesó desde el principio. En primer lugar porque soy historiadora y me pareció una forma muy divertida e interesante de acercarse a las realidades históricas de otras épocas. Es decir mi primera impresión fue como una manera inmejorable de hacer historia experimental.
Por circunstancias personales no pude comenzar hasta dos años después, pero como había seguido en contacto con gente que practicaba la esgrima antigua (tanto chicos como chicas) nunca tuve la sensación de que fuera una actividad sólo enfocada a hombres o a deportistas. No tuve dudas a la hora de apuntarme.
Estos once años han servido para confirmarme que esta es una actividad de la que puede disfrutar cualquiera, sea cual sea su género, su edad o su condición física y nunca me he sentido que no pudiera divertirme y aprender por ser una mujer que ha pasado ya los cuarenta y que no es precisamente una atleta.
Y es que la esgrima antigua no es una actividad dirigida a un colectivo con unas determinadas condiciones físicas, sino una actividad enfocada hacia personas con ganas de aprender, de experimentar cómo se vivía en otras épocas y sobre todo a divertirse.
Y es el conocer a personas que, procediendo de ámbitos muy distintos (en cuanto a ocupación, edad o cultura), tienen el mismo gusto por la historia y por conocer el pasado, lo que hace enriquecedora esta actividad y por lo que pienso seguir practicándola todo el tiempo que pueda.
No es raro que la gente de mi entorno, cuando se entera de que practico este tipo de esgrima, me pregunte cómo llegué a interesarme por esto porque posiblemente es una afición que se asocia más a hombres que a mujeres. Supongo que al igual que yo comencé a practicar esgrima antigua por interés histórico muchas de mis compañeras lo habrán hecho por otros muchos motivos personales, pero lo que sí tengo claro es que todas nos quedamos aquí por la gente que hemos encontrado.
Eva.
__________________________________________________________________________
Llevo seis meses en Esgrima Histórica. Desde mis inicios en Sala Carranza he ido probando clases de espada de diferentes períodos históricos, esto ha permitido ampliar mi conocimiento sobre la lucha de espadas, además cuándo se sostiene una espada larga ( 😙La Medieval), se siente una gran fuerza interior.
Como mujer es algo muy afortunado para mí, ya que este «deporte» era de uso exclusivo para hombres, que eran preparados para las batallas. Animaría a las chicas/mujeres que probasen este deporte, con el fin de redescubrir una seguridad en sí mismas. Para mí, la esgrima histórica es un deporte que al final me ha enganchado.
Justyna.
__________________________________________________________________________
Nunca se parte sabiendo hacer algo, y opino que es inevitable pasar por un periodo más incómodo, o incluso en el que lo puedas pasar mal para conseguir aprender y ser bueno en algo.
Igual al ser mujer puede parecer más difícil, por estereotipos o porque parece que la fuerza es importante para esta práctica, y lo será, pero creo que también hay muchas más cosas que podemos explotar y sacarles partido. De todas formas, si es más difícil, pues más orgullosas nos deberíamos sentir, y mayor será la satisfacción al ver cómo progresas y vas cogiendo confianza y cómo lo que te hacía sentir incómoda deja de hacerlo.
Siempre va a haber esos momentos frustrantes en los que no te salgan las cosas o momentos incómodos, pero aprendes a disfrutar de ellos en los que te empapas de conocimiento, y si no te convence, y no es lo tuyo, siempre tendrás el agrado de haberlo intentado. Porque al final lo que más se valora son las cosas que has trabajado y en las que has puesto empeño.
A mí, particularmente me hace ilusión los momentos en los que vienen niñas a vernos y pienso que yo era una de ellas hace tiempo, admirando todo pero sin pensar que al final me atrevería a hacerlo, y que hice muy bien en animarme y apuntarme.
Lydia.
__________________________________________________________________________
Hace unos años se me ocurrió apuntarme a combate medieval. No tenía ni idea de dónde me metía: ¿Combates con espada y armadura? Parecía de película —¡Venga ya!—, pero lo hice. Al principio parecía que los brazos y las piernas no me respondían, pero con la ayuda de mis profes y compañeros de la sala fui, poco a poco, aprendiendo a luchar con espada. Así ha pasado el tiempo y esta actividad se ha hecho un hueco en mi vida. Cuando llegué era la única chica y me siento muy orgullosa de ver cómo ha crecido el grupo femenino. A las chicas les diría: ¡sí se puede! Podemos llevar armaduras pesadas y darnos golpes bien fuertes y encima divertirnos. Si volviera atrás en el tiempo lo elegiría otra vez, sin duda.
Lidia.
__________________________________________________________________________
Me encanta la esgrima antigua porque es como vivir una aventura en la vida real. Practicarla me hace sentir como una heroína de mis libros de fantasía, donde la valentía y la destreza son clave.
Julia.
__________________________________________________________________________
La esgrima histórica se basa en técnica y rapidez mental. No gana el más alto, fuerte o bruto; esas cualidades se pueden contrarrestar con velocidad, agilidad y destreza. Vence quien se anticipa a su oponente, el que detecta la repetición de movimientos y es efectivo en el ataque. No tenemos categorías por peso o sexo. Con la espada en la mano, todos somos iguales.
Seguramente mucha gente piense que esta disciplina solo la practican hombres, y aunque siguen siendo la gran mayoría, nos enorgullece ser una de las salas de España con más mujeres. Ninguna de mis compañeras se achanta a la hora de salir a combatir, nunca pensamos que somos menos que ellos y jamás nos han hecho sentir de esa manera.
El espíritu de la sala es el compañerismo. Saludamos a nuestro contrincante antes y después de cada asalto, mostrándole respeto. No se me ocurre otro entorno donde, después de ser acuchillado, felicites a tu compañero, le des un abrazo y os vayáis al bar a tomaros unas cervezas .
Si como a mí, desde pequeña te han cautivado las películas de guerreros y batallas, los libros de fantasía y no te da miedo blandir una espada, créeme, has encontrado tu sitio. Estoy segura de que sentirás el mismo orgullo que yo al formar parte de esta sala.
Laura.
__________________________________________________________________________
Estaba decidida a hacer realidad un sueño de mi aventurosa infancia con un carácter »tomboy». Convertirme en un cruzado con una espada poderosa capaz de acabar con las fieras malignas y bestias colosales. Influenciada por mi familia y su tradición político-militar sobre todo mi abuelo, experto en sable y duelista en los Teresianos de Viena. Además de todas esas películas y novelas donde había un héroe con una gran espada.
El primer día, por fin en una sala de entrenamiento, todo me parecía extraño y a la vez emocionante, ver las espadas de todos los estilos en las paredes, junto con broqueles y estandartes, me inspiraba para ir lejos. Tímidamente sin saber si encajaría o no, o si por ser quien soy podría ser aceptada con mis flaquezas y meteduras de pata, ya que muchos de los ejercicios necesitan una ejecución precisa y más cuando los practicas con compañeros que tienen más fuerza o son más expertos. Aunque algunos se muestran cuidadosos otros te enseñan un respeto para ayudarte a aprender y que realices bien las destrezas y las disciplinas de las espadas. Cuando ya se va conociendo al equipo tanto si caes bien o no, se convierte en una familia con los mismos riesgos, esfuerzos y tesón. Te enfrentas en los asaltos, te cansas hasta las trancas, puede haber diferencias o no, al final aumentas en la potencia ritmo y conocimientos. Lo mejor es después de unos cuantos gritos, los mejores chistes que puedes oír y lo pasas en grande mientras sientes el vuelo y el sonido de las espadas cruzarse.
Me da bastante seguridad y templanza para proseguir el camino, y una de mis metas y retos es ser una profesional realizada al completo en estas disciplinas historicas; y, en un futuro no lejano, poder enseñarlas como instructora. No hay nada imposible y más que nunca, porque hoy en día existen muchos aprendizajes que no teníamos al alcance. Ojalá hubiese mas franjas horarias para asistir a tope y no sufrir con los del trabajo o estudios.
Alexandra.
__________________________________________________________________________
Llevo practicando esgrima histórica desde 2009, pero los avatares de la vida me han hecho ir y venir. Siempre que he vuelto, me he sentido bienvenida.
La esgrima histórica es un arte marcial precioso. Si te gusta la historia, te permite tomar contacto con cómo luchaban nuestros antepasados. Si te gusta la fantasía, te hace sentir como una heroína de película. Vengas por lo que vengas, estarás centrada en tu crecimiento y desarrollo dentro de la disciplina, tu principal objetivo será tú propia mejora; tú serás tu propia competidora.
Por lo demás, el ambiente de compañerismo fue lo que más me enganchó: estás luchando con alguien, y al minuto siguiente os felicitáis con una amplia sonrisa. Poco después te vas al bar a disfrutar de bromas y buena conversación. Y no, no hay categorías masculinas ni femeninas. Como decimos aquí, la espada nos iguala. La espada y el respeto mutuo. Aquí todo el mundo es bienvenido, siempre que sea respetuoso.
Algunas veces algún compañero, sobre todo nuevos, adopta una posición de cierta condescendencia y trata de enseñarte en plan «Pigmalión». Entonces, en la Sala Carranza, interviene algún profesor para cortar esta dinámica de raíz. Y así se va construyendo el ambiente tan bueno.
A veces, la principal dificultad de las chicas es su propia inseguridad. A ellas las diría que confíen en su pericia y en su técnica, que no tienen nada que envidiar a la de sus compañeros.
En conclusión, nunca he sentido nada parecido a «bandos» ni «diferencias», entre chicos y chicas. Sólo amistad y compañerismo. Y mucha, mucha diversión.
Marta.
__________________________________________________________________________
Después de, casi, 6 años practicando esgrima y, casi, 4 años en combate medieval, me atrevo a decir que la espada es una práctica que va más allá de la espada. No es solo aprender un movimiento de pies, no es solo saber cuál es la postura del cuerpo, cómo sujetar la espada… No es solo un viaje a los distintos pasados que empuñaron su acero, a las palabras de los maestros que convirtieron el arte en tratado, a aquellos callejones oscuros en los que, ¡vive dios!, la sangre podría verterse primeramente… no es solo eso. Es también una conversación. Con el ayer, con el contrincante, con la espada y sobre todo, con uno mismo, con una misma. La espada pregunta, te cuestiona tus miedos, tus habilidades, tus límites, tus aprendizajes. Te va desnudando por dentro pues así como eres, esgrimes, y como esgrimes, descubres cómo eres. Y como mujer, lo que más valoro, es que a ella, la espada, no le importa que lo sea. Ella solo entiende de las manos que la portan, sin distinción, sin sesgo, sin juicio… ¡y esa conexión es maravillosa!
Virginia.
__________________________________________________________________________
“(…)Era la tercera vez que la llamaba «chico».
—Soy una chica.
—Chico, chica, qué más da —bufó Syrio Forel—. Eres una espada, es lo único que importa”.
(“Juego de Tronos”, George. R.R.Martin)
Siempre que me preguntan que por qué me gusta tanto la esgrima histórica respondo que se debe a cierto “síndrome quijotesco”. Me encanta leer, sobre todo novelas históricas, de aventura, fantasía y ciencia ficción. Gracias a que algunos de los primeros libros que mi madre puso en mis manos fueron clásicos adaptados a lectores infantiles, conocí a caballeros como Amadís de Gaula, el Cid, Don Quijote y Sigfrido. Y gracias a las películas, a intrépidas protagonistas femeninas como Sorsha, la princesa Leia, Fantaghiro o Mulán (Arya Stark y Lagertha no aparecieron en mi vida hasta mucho tiempo después), en unos años en los que me aburrí de encontrar en todas partes al arquetipo de la doncella que necesita ser salvada. También fue a esa edad cuando escuché alguna que otra vez, en las típicas riñas de niños, a uno que buscaba chinchar a otro diciendo “¡Pelea como una chica!”. Una burla que, si bien persiste, a día de hoy también está empezando a resonar -sobre todo en las cercanías del 8M- como un grito de guerra contra los estereotipos.
Empecé en esgrima histórica en septiembre de 2013, en Madrid, aunque tuve que envainar las armas durante tres años. Pero, desde que retomé las clases en otoño de 2023 en las disciplinas de espada ropera, ropera y daga, espada de puño y broquel y mano y media (para mí, el arma a la que nunca he conseguido pillarle el truco y con la que intento congraciarme poco a poco, porque a cabezota no me gana nadie), he intentado moverme y practicar todo lo posible para recuperar la forma y el tiempo perdido, aprovechando la oportunidad -hasta que caigo reventada- de volver a cruzar aceros con viejos y nuevos compañeros y compañeras de armas. Y estoy disfrutando más que nunca.
Las clases de esgrima son una burbuja en la que puedo desconectar unas horas del ritmo frenético del trabajo, las obligaciones y responsabilidades, concentrarme y reconectar con el momento presente (las clases, los ejercicios, la técnica, el asalto), divertirme y sacar a la luz mi parte más tunante al intercalar la destreza con alguna de las tretas vulgares, motivarme al notar los progresos y aprender, con cada tocado que recibo, de mis errores. Pero es, sobre todo, una disciplina que me apasiona y que tengo la suerte de poder ejercitar en un ambiente ameno y propicio para reír, pasar un buen rato y hacer nuevas amistades. Evidentemente (porque salta a la vista nada más ver cualquier fotografía de una clase o un encuentro de esgrima) es una actividad en la que el mayor porcentaje de practicantes ha sido tradicionalmente masculino. ¿Por qué? Aunque le he dado bastantes vueltas, realmente sólo puedo especular sobre los motivos.
No obstante, la verdad es que tengo la sensación de que en estos últimos años el número de mujeres que practican esgrima histórica ha aumentado, e incluso contamos con excelentes instructoras, tiradoras y campeonas de combate medieval a nivel nacional. Me gustaría tener la plena certeza (ya que carezco de cifras y datos exactos), pero sería maravilloso que esta percepción no anduviera desencaminada y que cada vez seamos más las mujeres de armas tomar (en este caso, en un sentido tanto literal como figurado).
De hecho, otra de las cosas que más aprecio de la esgrima histórica radica en una frase muy cierta que he escuchado repetidamente desde las primeras clases: “la espada te iguala”. Y con esto no me refiero solo a una cuestión de sexos, sino a los distintos niveles de entrenamiento deportivo, fuerza y peso de cada persona. O de altura. Os sorprendería lo bien que entra, y lo molesta que es, una estocada ascendente en la colateral derecha de tu adversario -o izquierda, si tu colosal oponente es zurdo- (y la que suscribe estas líneas, según menciona el maestro Francisco Lorenz de Rada en el “Crisol de la Verdadera Destreza y Filosofía Matemática de las Armas” -aunque refiriéndose en esa parte concreta del texto a un hombre-, roza la altura “más perfecta”, de lo cual deduzco que el maestro Rada no debía ser muy alto). Bromas aparte, al final, conforme aprendemos y adquirimos destreza, vamos ejercitándonos, modulando, mejorando y diversificando nuestro juego. Como en cualquier disciplina, al final lo determinante son la constancia, el esfuerzo y el interés. Eso es lo que cuenta.
Precisamente por eso creo que también es importante prestar atención y contribuir en lo posible a que las esgrimistas que quieran puedan mantenerse en el camino del acero a lo largo de su vida, adaptando la práctica a sus circunstancias cuando sea necesario. En este sentido, me gustaría destacar la entrevista que realizaron hace un mes a la instructora Blanca Baranda, de la Sala de Armas de Castellón, en el podcast “A micro y espada”, en la que pusieron el foco en la maternidad en la HEMA (https://www.ivoox.com/m-e24-hematernidad-audios-mp3_rf_139392193_1.html).
Por otra parte, a nivel organizativo, igual que existen reglas de uniformidad y normas de seguridad en las salas y escuelas de esgrima, se podría aprobar igualmente un Código ético y/o un protocolo contra el acoso -en el caso de que no cuenten ya con uno- en el que conste tanto el compromiso del cuerpo docente de la sala de involucrarse para cortar cualquier indicio de raíz como el del alumnado de poner en conocimiento de un profesor la existencia de tal situación en caso de que la detecte. Desde mi experiencia personal, tras doce años vinculada en mayor o menor medida a la esgrima histórica, dudo que llegue el día en que sea necesario recurrir a dicho protocolo, pero es bueno saber que se puede contar con él, al igual que está presente en otros ámbitos de nuestra vida (educativo, laboral).
La verdad es que me siento muy cómoda en el ambiente de las clases de esgrima histórica, y resulta que la mayor parte de la gente a la que más cariño he cogido en estos últimos años es aquella con la que intercambio cuchilladas y estocadas. Pero rara vez un asalto no termina con un abrazo, unas palmadas en la espalda, un choque de puños, un “¡Pero qué pasada!, ¡Qué guay, tío/tía!, ¡Ostras, cómo ha molado el asalto, me he divertido un montón!, ¡Muchas gracias!”, o similar… Incluso algún cabezazo amistoso entre caretas. Y, por supuesto, con un tercer tiempo de tercios (no de los de Flandes), tintos, risas y buena compañía en el bar. Donde siguen forjándose, fuera de las lides, los lazos de camaradería y amistad.
Así que, si te atrae este mundo que ante algunos ojos puede parecer extraño (quizás porque muchos de los que transitamos por él nos empeñamos en rescatar historias y valores polvorientos como el compañerismo, la valentía, la tenacidad, la nobleza y la compasión) no tengas dudas: apúntate a esgrima (y “pelea como una chica”).
Lorena.
__________________________________________________________________________
Llevo unos ocho años metida en este maravilloso mundo de la esgrima histórica (¿o eran nueve? No me acuerdo… siete me parecen pocos… ¡lo dejaremos en ocho!), con espada ropera.
Por mis circunstancias personales no puedo tener la regularidad en la práctica que me gustaría, llegando a pasar largos periodos de incluso meses sin poder venir a clase; pero es una actividad que cuando la pruebas, te engancha de tal forma que no la puedes dejar.
Hablo de ella como actividad y no como deporte, ejercicio, disciplina, etc., a propósito.
Una de las cosas maravillosas que tiene para mí la esgrima histórica (en general pero muy en especial en esta nuestra Sala Carranza), es que va más allá del aprendizaje y la práctica. El ambiente de compañerismo, risas, hasta de amistad, que se encuentra aquí y se fomenta desde la Sala, no es fácil de encontrar. Somos gente de profesiones, gustos, ambientes y edades muy distintos, pero esas diferencias se diluyen por este interés común.
Hasta aquí estoy sonando como un anuncio por palabras en prensa (creo que acabo de delatar mi edad). No son frases hechas, sino la realidad que me he encontrado aquí.
En mi caso, una buena parte de esas «circunstancias personales» que me impiden venir todo lo que quisiera tiene que ver con que soy madre de ¡dos adolescentes ya! Si veis las publicaciones en redes, el grueso del alumnado tiene un perfil masculino que ronda los 20-30 años… y yo no entro en esas medias ni de lejos. Y aún así, ya os digo, me siento una más desde el principio.
Vengo todos los lunes que puedo a divertirme y paso una hora y media de risas que más que ejercicio, en ocasiones ¡es terapia!
Ojalá más mujeres os animéis a practicar esgrima histórica, que merece muchísimo la pena, en especial por las personas…
Y como las madres siempre tenemos razón… ¡creo qué ya lo he dicho todo!
Cecilia.
__________________________________________________________________________
¿Por qué entreno Muso Jikiden Eishin Ryu?
Creo que esta respuesta no es lo que buscas, pero al menos es sincera: La razón fundamental por la que entreno Eishin Ryu es lealtad, cualquier otra razón no es suficiente como para continuar entrenando.
Marcos es, sin duda alguna, un practicante experimentado y un apasionado entusiasta de la cultura japonesa y de esto (el Iai) en particular, dedicándole mucho de su tiempo, así que hay mucho que aprender de él. Cualquier estudiante sincero, comprometido, de los que de verdad quieren entender de que va esto se beneficiarían de entrenar y aprender con él durante un tiempo; incluso aunque no estudiara esta escuela, y saber así más acerca de las artes marciales, de las escuelas antiguas con armas que han llegado hasta hoy en día y, en general, de esta parte de la cultura japonesa; pero Marcos sigue su propio camino y estoy convencida que todo lo demás le importa un cuerno (incluida yo misma), él entrena Eishin porque le gusta y sus alumnos (creo yo) lo hacemos porque empezamos a entrenar con él hace tiempo y la amistad y los años pesan, personalmente pienso que todos le elegimos a él por encima de un estilo del que (casi seguro) sabíamos poco antes de conocerle, llámalo casualidad y fue un acierto porque en este mundo desafortunadamente es fácil caer en manos de quien no tiene ni idea pero que se vende como un experto en la materia.
Ese fue mi caso, un encuentro casual, y pronto encontré en él una cualidad que admiro: siempre me ha motivado a conocer otras escuelas, a aprender de otros maestros y en otros dojo y a encontrar que es lo que realmente me gusta y que es lo que quiero hacer, pronto hará tres años desde ese encuentro y sigo aprendiendo a su lado, años que no bastan más que para ser una simple aprendiz, pero también para descubrir que su camino no es el mío. Me preocupa (mucho, la verdad) que un día se marche y me encuentre sin nadie para seguir aprendiendo. Este es uno de esos motivos que por los soy la única de sus estudiantes que ha vuelto a la Federación (en la que no se encuentra nuestra escuela) donde he conocido a decenas de practicantes, hombres y mujeres de distintos lugares y con distintos objetivos. Hoy, de hecho, he vuelto de un curso de la Federación en Valladolid. Muchos de Muso Shinden Ryu, que es la escuela más popular, pero también de otras escuelas.
Y es que hay muchas escuelas, incluso líneas dentro de una misma escuela. Trasladémonos a la música para explicarlo: hay muchos estilos musicales diferentes, cada uno con sus características, incluso dentro del mismo estilo hay variantes en su interior (el flamenco tiene mas de 50 palos diferentes) y atreverse a decir que “la mía es la mejor y lo demás es perder el tiempo” no sólo es lamentable, sino que deja muy claro la calidad de la persona que lo dice. Sin embargo, esto sucede, y sucede demasiado. ¿Por qué elegí este estilo? Porque es aquel que practica Marcos y apenas nada sabía de esto cuando le conocí, ¿Qué le diría a una mujer? Lo mismo que a un hombre. Vete a la Federación por al menos un año, aprovecha para ver y conocer diferentes escuelas y estilos y ya elegirás el tuyo. Pero si conociera a una persona que quiere aprender más profundamente acerca de Iaido y de sus escuelas y practicas le diría: “Estudia con Marcos por un tiempo, no su escuela sino quieres, pero aprende de él y sea cual sea tu estilo, en algo mejoraras.”
¿Qué posición tiene la mujer en la escuela? Ninguna, hay mujeres que entrenan, sí, pero somos como los jugadores que estamos en banquillo, no somos los “titulares”. Marcos me ha enseñado videos de mujeres practicando, pero jamás me ha dicho que ninguna de ellas este entre los alumnos más destacados. Por otro lado, los japoneses son muy machistas… esto significa que probablemente no sean tan exigentes con nosotras como con los estudiantes masculinos, pero también que es poco probable que alguna vez nos otorguen una posición de poder real dentro de la escuela, no obstante, esto podría cambiar.
Así, en estos casi tres años, poco a poco he ido aprendiendo mas acerca de un ¨mundillo” que desde peque me había llamado la atención (anime como Rurouni Kenshin, las novelas de Mishima, el cine de Kurosawa o el juego de rol de la Leyenda de los Cinco Anillos), descubriendo que muchas cosas no eran como imaginaba (la hierba del jardín del vecino no es mas verde), pero que otras, especialmente algunas a las que poca atención le había prestado resultan ahora super interesantes (realmente, esta no era una disciplina por la que yo mostrara interés) y me esfuerzo por mejorar a pesar de la dificultad que supone un arma tan pesada a lo que añadir la dificultad propia del entrenamiento, con la esperanza de ser algún día un miembro real de la escuela y no ser sólo una mas del dojo y conseguir un grado de habilidad que me permita enseñar a otros por qué me levanto un sábado poco antes de las 8 de la mañana para ir a entrenar, es decir: por qué esto es tan bonito.
No puedo finalizar sin agradecer a Dani (de lejos por sobre todos) su constante apoyo en mi entrenamiento, su paciencia ante mis dificultades, sus consejos y su disposición a repetir lo mismo una vez más porque aun no lo hago bien, o el hecho de trabajar lento muy consciente de que si lo hiciera rápido no podría seguirles lo cual terminaría siendo tan frustrante que a saber si hubiera seguido entrenando. Es un poco todo ¿sabes? Lo que entrenas, con quien entrenas y donde entrenas.
¡¡Muchas gracias a todos!!
Alejandra Mª.
__________________________________________________________________________
Para mí apuntarme a esgrima histórica ha sido un acierto de pleno. Es una forma muy buena de aprender algo nuevo, moverse un poco y dejar de lado por un rato los problemas del día a día. Además la gente de Sala Carranza es muy amable, y no hay mejor manera de romper el hielo que con una espada, así que siempre acabas echándote unas risas.
En el día a día de la sala se puede ver la amabilidad de los profesores, compañeros y compañeras que ayudan a los más novatos cuando estamos practicando ejercicios, da igual en género. Por si hay gente a la que le da reparo lo de pegarse con espadas, me gustaría decir que con las protecciones es una práctica muy segura, y la hora de tirar en los asaltos (que es opcional) la gente es civilizada y se tiene en cuenta el nivel de cada persona.
El papel de la mujer en la esgrima histórica no lo veo muy diferente al de los hombres. Me da un poco de pena que hoy en día a veces se siga viendo como algo puramente masculino porque puede hacer que menos mujeres se animen a apuntarse.
Para las chicas que quieran apuntarse me gustaría decir que merece muchísimo la pena probar. Es una práctica muy especial y divertida. Y el ambiente de la sala es muy acogedor.
Teresa.
__________________________________________________________________________
Muchas gracias a todas.