Esta es la pregunta que nos ronda a casi todas las chicas que nos acercamos a la Esgrima Histórica y que, paradójicamente, ¡parte de nosotras mismas!
Si os estáis planteando acercaros a estas apasionantes disciplinas y al buscar en internet lo primero que os han saltado son fotografías de tiarrones sudorosos enfundados en pesadas armaduras medievales dándose mamporrazos con espadones, quedaos con un concepto: “Bella Española”.
No os voy a mentir. Las salas de armas están llenas de esos tiarrones, se dediquen al combate medieval, a cualquiera de las otras disciplinas… ¡o a todo! Pero aquí como en Botica hay de todo: tíos más y menos… ejem… “robustos”, y también chicas. Se nos ve menos, es verdad, pero ahí estamos. Y estamos porque nos quedamos.
Lo primero que te encuentras al entrar a una sala de armas es a un montón de gente todos vestidos de pies a cabeza de negro (¿será la Santa Compaña? No… esos van de blanco… ufff). Horror: tú has venido con ropa deportiva, sí, pero en unos bonitos colores fluorescentes para que se te vea más aún. Mientras esperas a que empiece la clase intentas camuflarte con la pared (¡mierda! es blanca… se me sigue viendo igual) y como la ley de Murphy se cumple siempre, ese primer día tuyo no hay por ahí ninguna chica más. Entonces intentas relajarte y prestas atención a la conversación del resto de esgrimistas que hay por ahí. Debe de ser un grupo extranjero de visita pues hablan en un idioma muy extraño, pero al cabo de 5 minutos oyéndoles te das cuenta de que están hablando en español. El hecho de que entiendas palabras como “oye tío”, “el”, “yo” o “gracias” te lo confirma. Tus males no acaban ahí, no… Encima tienes la “mala” suerte de que por regla general la gente es muy maja, todos recuerdan haberse sentido desubicados en su primer día, e intentan incluirte en el grupo. Y como saben que eres nueva (los fosforitos te delatan, te lo recuerdo) en vez de continuar con su dialecto ininteligible se interesan por conocerte.
Es decir, que llevas un rato en una sala de armas rodeada de un montón de gente vestida de negro con espadas en la mano, hablando en un idioma extraño y que de repente reparan en ti para hacerte un interrogatorio que ni la Gestapo en sus mejores tiempos. Pero tranquila, recuerda: “Bella Española”.
Al fin comienza la clase y te das cuenta que el resto de alumnos de iniciación están igual de “verdes” o de “perdidos” que tú: todos poneis la misma cara de póker… y entonces llega el momento crucial: el profesor os habla de las “plantas”, es decir, de la postura que tienes que poner (ya estoy oyéndoles gritar… “¡esa no es la definición correctaaaa! ¡ya deberías saber que la planta es bla bla bla!”). Y la planta básica en la “Destreza”, es decir, en la Esgrima Histórica española es… ¡la Bella Española! Miras a tu alrededor a esos tiarrones, perdón… a esa gente… todos muy serios y reconcentrados poniéndose en planta de Bella Española; una sonrisita asoma a tus labios y algo de la tensión se relaja. Vuelves a prestar atención a tu grupo de iniciación, aviso del profesor mediante (glup), y tras comprobar que no es tan difícil (a bella española no te gana nadie, faltaría más), empezáis a aprender a desplazaros dando pasos que parecen de baile; y vaya, ese compañero musculitos que como quien no quiere la cosa te ha contado que practica de forma habitual de 20 a 30 deportes (¿puedo decir que yo practico un deporte de forma habitual si corro todos los días tras el autobús?), resulta que tiene dos pies izquierdos y le sale igual de “bien” que a ti… ¡o peor!
De repente la clase se acaba. Y sin saber cómo ves que te has pasado una hora sin parar de reír y con una sensación extraña en el estómago, un gusanillo que se hará más grande en los días siguientes. Y aquí nuevamente te digo “tranquila, a todas nos ha pasado”: a todas nos ha pillado el de seguridad del edificio “desplazándonos”, que no andando, por ese pasillo que parecía vacío…
La esgrima histórica es una disciplina que implica ejercicio físico, es verdad, pero no se trata de un deporte. Los que la practicamos tenemos unos puntos de partida a nivel físico muy variables y variados. Parte de su magia radica en que no sólo nos da cabida a todos sino que responde a todas esas diferentes expectativas. Y esto es sólo su vertiente “física”…
P.D. Aquí al final, así en pequeñito ahora que no nos oye nadie, os diré el porqué de que se nos vea menos a las chicas: primero porque somos menos, eso es incuestionable. Pero también y sobre todo por la coquetería de los compañeros masculinos que en cuanto ven una cámara corren a ponerse delante del objetivo con pose interesante… e invariablemente nos tapan ;P
Cecilia.