Visita a la casa de Lope de Vega

Dice la tradición (al parecer así lo cita Fernández de los Ríos en su Guía de Madrid) que Lope de Vega y su hermano acudían a clases de esgrima en la escuela que estaba en el corralón que había junto a la llamada Casa del Inquisidor, en la calle de la Esgrima. También en la biografía que escribió sobre él Américo Castro se cita a Fernando Cardoso que, en su oración fúnebre, alude a que el gran escritor tomaba clases del arte de la espada.

Sea esto cierto o sólo otra leyenda más sobre el Fénix de los Ingenios, lo que está claro es que el mundo de la esgrima y la espada está muy presente en toda su obra teatral, hasta el punto de que cuando alguien piensa en comedias de “capa y espada” sólo se le viene a la cabeza el gran Lope.

Por eso la Sala de Armas Jerónimo Sánchez de Carranza ha decidido estrenar las actividades culturales de 2019 haciendo una visita a la Casa Museo de Lope de Vega en Madrid. Si algo tienen de bueno las casas museo es el ambiente evocador que producen, trasportándonos, como si de una máquina del tiempo se tratara, a otros momentos, y ayudándonos a través del ámbito de la intimidad a conocer mejor otras épocas y otras realidades que ya no existen.  Esto es exactamente lo mismo que hacemos en la Sala Carranza: recrear el pasado.

Sabemos que no era la del capitán Contreras, ni siquiera la del propio Lope, pero ¿quién de nosotros no notó un escalofrío en la espalda cuando vimos esa espada encima de la cama…?

 

Por la tarde salió Inés
a la feria de Medina,
tan hermosa que la gente
pensaba que amanecía;
rizado el cabello en lazos,
que quiso encubrir la liga,
porque mal caerán las almas
si ven las redes tendidas.
Los ojos, a lo valiente,
iban perdonando vidas,
aunque dicen los que deja
que es dichoso a quien la quita.
Las manos haciendo tretas,
que como juego de esgrima
tiene tanta gracia en ellas,
que señala las heridas.

 

De:  El Caballero de Olmedo (H. 1620)

 

Eva B.